El reencuentro con la historia del Suomi que en su época tanto conmociono a estos pueblos fue por casualidad.La mañana de Febrero del año 1984 después de un gran temporal el mar se había llevado mucha arena de la playa dejando al descubierto infinidad de rocas.Como todos los días Andrés madrugaba, iba a la playa a recoger troncos de madera para la chimenea, había en una esquina de la playa diferentes trozos medio al aire de piezas petrificadas con mucho peso, no se podía saber que era, aparentemente rocas rotas pero muy curiosa su configuración, al poco de darle vueltas a algunos trozos  vino el panadero que distribuía en la zona (en esos momentos era el alcalde del pueblo)Estuvieron cambiando impresiones si serian los restos del barco, el alcalde  explico que en la Casa del Pueblo había un escrito sobre el naufragio del Suomi, se paso de curiosidad a búsqueda, rompieron algunos trozos y aparecían diferentes cosas como, arandelas de las velas con nombre y diferentes números según su volumen, trozos del cobre con lo que estaba forrado el barco, clavos que siendo del mismo tamaño ninguno igual (se supone que en aquella época estarían hechos a mano), al romper el petrificado que les cubría brillaban, el metal se conservaba a pesar de haber pasado mas de un siglo, (en la actualidad algunos sirven como llaveros), la vasija estaba en buen estado al petrificarse se aisló de la corrosión del mar, Como el tiempo apremiaba las mareas iban a mas y el mar al ser invierno se podía levantar y volver a cubrir todo, estuvieron varios días incluso a las mareas de la noche.Eduardito,  Ricardo, con el carro y caballo ayudaron a Andrés a desenterrar  lo más difícil, para las grandes cadenas petrificadas (imponían los trozos) estuvo la pala de Sindin aprovechando la bajamar las desenterraron totalmente, hubo que cortarlas para manejarlas, cuando se cortaban  aparecían de color rosa que según los expertos el aceite con que estarían tratadas al petrificarse hizo esa reacción química estaban muy bien  conservadas.La guardia civil comunica a la Comandancia de Marina el hallazgo, se personaron levantando acta, la noticia la dio el periódico local El Alerta, y eso hizo que se llenara la playa de curiosos el tiempo que duro el rescate pensando que podría haber un tesoro.En la actualidad año 2010  cuando se hace recopilación de la historia muchos trozos petrificados se conservan sin romper, sirven de barandilla como las cadenas en el aparcamiento del Hotel de Andrés. HOTEL EL REFUGIO

Llegaron escritos de varios sitios que conservaban la historia, uno de la Universidad Pontificia de Comillas escrita  en verso por un sacerdote que participo en el rescate de los supervivientes, otro escrito de la Universidad de Navarra relatando los hechos y comunicando que el escritor Rafael González Echegaray  recogió la historia en el libro Naufragios de Cantabria.

Después de un año de papeleo finalmente la Comandancia de Marina concedió a Andrés la propiedad del hallazgo previo pago de 2.800 pesetas, Año 1984

Cóbreces a 2 de Mayo del  2010. Escrito por Doña Carmen Poo Celis mujer de Andres Rodriguez Gutierrez propietarios de HOTEL EL REFUGIO DESDE 1968

LA VERDADERA HISTORIA

La fragata que se hundió en cóbreces se llamaba “Suomi” y, en realidad era, como su nombre indica, Finlandesa (Finlandia entonces era un gran Ducado semi-independiente perteneciente al imperio de todas las Rusias). Se trataba de un hermoso barco grande, de tres palos, con 780 toneladas de registro y unas 1.500 de carga, de madera que estaba  forrada en cobre,  iba en viaje de Inglaterra a Génova con un completo de carbón de coque; había zarpado de Shields el 21 de noviembre con una tripulación de 18 hombres al mando del capitán Riedell, de 35 años. Ya en el Golfo, fue sorprendida por un autentico huracán que le impidió doblar Finisterre, viendo precisada a correr en popa, prácticamente desamparada y tan solo con la vela baja de trinquete y enseñándose sobre la costa española. Llevaban así varios días ya sin agua para beber y con una vía importante en la bodega, cuando el 13 de diciembre, en medio de un chubasco de granizo, apareció a una milla de la playa de Comillas siendo avistada por un grupo de vecinos de aquella villa que contemplaba el impresionante espectáculo de la mar en pleno ataque.

La “Suomi”, en carrera loca, abatía hacia el Este y, siguiendo su cabalgata desde tierra, a caballo y en coche, se traslado medio pueblo carretera adelante presintiendo el final inminente del barco.

Y así sucedió. La fragata fue a embarrancar en la ensenada de Luaña, junto a la playa de Cóbreces, que es un brazo de mar entre la Punta Ruiloba y la Rebolleda por donde desemboca un pequeño regato que nace en el cotalvio y muere bajo el alto de Trassierra. La “Suomi” rasgó sus fondos sobre las lajas del Rastrillar y se quedó sobre la playa en situación apuradísima, a un cable de distancia de tierra y barrida totalmente por el mar.

Cuando llegaron los vecinos de Comillas, el barco ya estaba varado y sus tripulantes a golpe de hacha picaban los palos con ánimo de que el buque pudiese flotar aún algo más y fuese así arrastrado por la marejada más hacia tierra.

Pero la noche se echó encima y el vecindario de Comillas, de Cóbreces, de Ruiloba, de Oreña y de Trasierra hubo de retirarse desolado sin haber podido hacer nada útil conducente al salvamento de los náufragos. Tan sólo seis comillanos se quedaron guarecidos en una cueva donde encendieron una hoguera para dar ánimos con su vista a los tripulantes del “Suomi”, haciéndoles comprender que seguían cerca de ellos esperando un momento propicio para intentar el salvamento.

A eso de las doce fue la bajamar; lanzándose al agua los de Comillas con idea de acercarse lo más posible al pecio. A pesar de la enorme resaca y del frió intensísimo consiguieron llegar hasta unos doce metros del casco con intención de dar un cabo, pero la tripulación rusa, refugiada bajo cubierta, no se atrevió a salir a recoger el chicote en plena oscuridad y los denodados vecinos tuvieron que retirarse una vez más, mojados y desilusionados.

Amaneció el 14, un día gris; lloviznoso y helador, el viento soplaba del norte y la mar había venido a menos. La bajamar se esperaba para la una del mediodía y ya de mañana comenzaron a organizarse las operaciones para la intentona definitiva bajo el mando del ayudante de Marina de Suances, Alférez de Fragata don Francisco Canovas y Fábregas y de don Florentino Gargollo, que era representante de la compañía francesa de las minas de Comillas y Vice-cónsul de Francia en la villa; el Cónsul de Rusia en Santander delegó en él para llevar a cabo los trabajos. Entre los vecinos que más destacaron se encontraba el diputado don Laureano de las Cuevas, el Alcalde de Cóbreces don Castro Sanz, los Capitanes de altura de la carrera de Manila don Juan Francisco San Juan y don Pió Fernández de Castro,, el Notario de Comillas don Anacleto Pérez, don Domingo de las Cuevas, don Juan Cabeza y así hasta los más humildes vecinos de todos los pueblos del contorno.

A eso de las once y media tiraron de a bordo un barril amarrado a un cabo, el cual es arrastrado a la playa por las olas pudiendo así tenderse el primer contacto entre el barco y los hombres de tierra. Simultáneamente los tripulantes con la jarcia de respeto construyen una balsa rudimentaria para, con auxilio de la guía, intentar el abandono de la nave. Al fin se lanza al agua la balsa y embarcan en ella cinco hombres que consiguen llegar a tierra en donde son recogidos; por este procedimiento  se hacen tres viajes más y son salvados con gran riesgo, sustos y remojones los 19 hombres y… una mujer. Era la esposa de capitán, “hermosa joven que hacia cuatro meses había contraído matrimonio…”, según decía el cronista de la capital. Fue evacuada aparatosamente en el segundo viaje y atendida en tierra solicitadamente por todas las vecinas de Cóbreces que se la disputaban para vestirla y alojarla en sus casas.

El comportamiento abnegado de aquellas buenas gentes fue premiado por el Zar, quien concedió abundantes premios en metálico para ser repartidos y otorgó la Medalla de Oro de salvamento con pasador de la Orden Imperial de San Wladimiro a las autoridades y vecinos más distinguidos que participaron en el suceso.

Los restos de la “Suomi” se subastaron en Cóbreces el 17 de Enero de 1875, con asistencia de don Pedro Cagigas, Cónsul de Rusia en Santander; la tasación inicial fue como sigue:
Casco, dos anclas y 40 brazas de cadena……………………. 4.000 reales
68 piezas de pino – tea………………………………………… 12.500 reales
Velamen……………………………………………………………. 11.250 reales
Cabuyería…………………………………………………………. 11.600 reales

El vecino de San felices don Francisco García de los Salmones construyó con las maderas sobrantes, una galería en donde se habilitó el balneario de la Playa de Cóbreces

El Vicecónsul de Rusia instruido el expediente del caso, formulo las propuestas de recompensa
Don Evaristo Moro alcalde de Comillas
Don Angel Bustamante vecino de Comillas
Don Vicente Caso  vecino de Comillas
Don Miguel  Molleda vecino de Comillas
Don Francisco Moro vecino de Comillas
Don José Nieto vecino de Ruiloba
Don Alberto Aguado vecino de Oreña
Don Antonio Vara Practico del Puerto de Comillas
Don Domingo de las  Cuevas  jefe de telégrafos de Comillas

Comillas 17 de Diciembre de 1874

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